Me fascina el tema del propósito.
El sentido de la vida, enfocándolo desde un punto de terrenal. El ¿para qué estoy aquí?
Es una exploración íntima y poderosísima que, sin embargo, puede llevar a una terrible confusión.
Hace unos meses asesoré a un adolescente que estaba completamente estresado porque en el último año de bachillerato le exigían que decidiera qué carrera estudiar. Sentía la presión de tener que elegir la carrera perfecta, el trabajo que va a tener para el resto de su vida.
La única ayuda que le habían ofrecido en el instituto era sugerirle que eligiera en función de las asignaturas que mejor se le dieran. Si te gustan las matemáticas, estudia ingeniería…
O busca entre las carreras que tienen “más salidas”.
Me suena de algo.
Me parece un buen intento por parte del instituto de acompañar al alumno en una elección que obligatoriamente tiene que hacer. Conmigo no lo hicieron. Me parece un avance.
Pero el enfoque es equivocado y nos dirige a la frustración tarde o temprano.
Desde mi punto de vista, el propósito no se busca. Al menos no fuera de nosotros. La búsqueda debe ser interior, y debe ir a dar con quiénes somos, cuáles son nuestros valores, qué nos gusta hacer, qué sabemos hacer.
Obviamente esto cambia con el paso de tiempo. Lo importante es vivir en línea con quienes somos nosotros mismos. Conocernos a nosotros mismos. Valorar nuestros propios talentos y ponerlos al servicio del mundo.
En la sinfonía de la vida, ¿qué instrumento deja de sonar si tú no estas?
David Allen
Esta pregunta de David Allen, el creador del método Getting Things Done, es perfecta para inferir los pasos que hay que seguir para vivir nuestro propósito.
Implica muchísimas cosas, entre ellas:
- que como estás en la sinfonía de la vida, eres un instrumento que está sonando en ella. En definitiva, que tienes una función en la vida. Seas quien seas.
- que tu aportación es importante y necesaria. Que si no estás, se nota que dejas de sonar.
- que si eres una guitarra, no puedes sonar a trombón. Que dependiendo de quién seas y cuáles sean tus valores y talentos sonarás mejor cuanto más cerca estés de ellos.
- que eres parte de una sinfonía y tienes sentido siempre que aportes al sonido conjunto.
Por último, añadiría que la primera cualidad que me viene a la cabeza si hablamos de músicos es la constancia. Y la forma más sencilla de ser constante es permanecer alineado con quien eres.
El propósito, por tanto, emergerá cuando nos conozcamos a nosotros mismos y vivamos alineados con nuestros propios principios y valores.
Sí, emergerá, él solito… no hay que buscarlo. Al final, como siempre, todo es más fácil de lo que parece.